Luis Carlos López fue Poeta y periodista nacido en Cartagena, el 11 de junio de 1879, muerto en la misma ciudad, el 30 de octubre de 1950. Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza fue apodado "el Tuerto", aunque en realidad era bisojo.
Sus padres fueron Bernardo López Besada, notario público y comerciante, y doña María de la Concepción Escauriaza Iriarte; fue el mayor de once hermanos. A la par que realizó sus estudios secundarios en los colegios La Esperanza y Araujo, de Cartagena, adelantó cursos de dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes. Obtuvo el título de bachiller en la Universidad de Cartagena y allí inició estudios de medicina, interrumpidos por la guerra de los Mil Días, cuando fue puesto preso Luis Carlos López ocupo muy buenos cargos por ejemplo fundó en 1915 el periódico La Unión Comercial, también fue colaborador de las revistas literarias Líneas y Rojo y Azul, y del periódico La Juventud, en el que aparecieron sus primeros poemas, y posteriormente de La Patria, en 1920. Luis Carlos López escribió muy bueno s poemas uno de ellos y el más reconocido fue "Mi ciudad natal" este poema actualmente ha sido traducida ido a diversos idiomas y es admirada en todo el mundo por su carácter irreverente. Cartagena le rindió un homenaje a Luis Carlos López con los zapatos viejo. Este señor nos mostro otro punto de ver las cosas, critico de una forma muy diplomática a los políticos con su poema "Un perro". Luis Carlos López nos ha dejado su marca en la historia.
Localizado en la parte trasera del castillo San Felipe, es un homenaje a uno de los más grandes poetas de la ciudad, Luis Carlos López, y a su obra más popular:
A MI CIUDAD NATIVA
Noble rincón de mis abuelos: nada
como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas...
Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletín... Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada...
¡Ya no viene el aceite en botijuelas!
Fuiste heroica en los tiempos coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.
Más hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas...
Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletín... Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada...
¡Ya no viene el aceite en botijuelas!
Fuiste heroica en los tiempos coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.
Más hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos...
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